1Das LiedH7892 der LiederH7892, von SalomoH8010. 2Er küsseH5390 mich mit den KüssenH5401 seines MundesH6310, denn deine LiebeH1730 ist besserH2896 als WeinH3196. 3Lieblich an GeruchH7381 sind deine SalbenH8081, ein ausgegossenes Salböl ist dein NameH8034; darum liebenH157 dich die JungfrauenH5959. 4Ziehe michH1523 : wirH7323 werden dirH310 nachlaufen. DerH4339 KönigH4428 hatH157 mich inH935 seine Gemächer geführt: wir wollen frohlocken und deiner uns freuenH8055, wollen deine LiebeH1730 preisen mehr als WeinH3196! SieH4900 lieben dich in Aufrichtigkeit. 5Ich bin schwarzH7838, aber anmutig, TöchterH1323 JerusalemsH3389, wie die Zelte KedarsH6938, wie die Zeltbehänge SalomosH8010. 6SehetH7200 mich nicht an, weil ich schwärzlich bin, weil die SonneH8121 mich verbrannt hatH7805; meiner MutterH517 SöhneH1121 zürnten mirH2787, bestellten mich zur HüterinH5201 der WeinbergeH3754; meinen eigenen WeinbergH3754 habeH7760 ich nicht gehütet. - 7Sage mirH5046 an, du, den meine SeeleH5315 liebtH157, wo weidestH7462 du, wo lässest du lagernH7257 am MittagH6672? Denn warumH4100 sollte ich wieH349 eine Verschleierte sein bei den HerdenH5739 deiner GenossenH2270? - 8Wenn du es nicht weißtH3045, du SchönsteH3303 unter den Frauen, so geh hinausH3318, den Spuren der HerdeH6629 nach und weideH7462 deine ZickleinH1429 bei den WohnungenH4908 der HirtenH7462. 9Einem Rosse an des PharaoH6547 Prachtwagen vergleicheH1819 ich dichH5484, meine FreundinH7474. 10Anmutig sind deine WangenH3895 in den KettchenH8447, dein HalsH6677 in den SchnürenH2737. 11Wir wollen dir goldeneH2091 KettchenH8447 machenH6213 mit Punkten von SilberH3701. - 12Während der KönigH4428 an seiner Tafel war, gabH5414 meine NardeH5373 ihren Duft. 13Mein Geliebter ist mir ein Bündel MyrrheH4753, das zwischen meinen BrüstenH7699 ruht. 14Eine Zypertraube ist mir mein Geliebter, in den WeinbergenH3754 von EngediH5872. - 15Siehe, du bist schönH3303, meine FreundinH7474, siehe, du bist schönH3303, deine AugenH5869 sind TaubenH3123. - 16Siehe, du bist schönH3303, mein Geliebter, ja, holdselig; ja, unser LagerH6210 ist frisches GrünH7488. 17Die BalkenH6982 unserer Behausung sind ZedernH730, unser GetäfelH7351 ZypressenH1266.
Comentario de la Biblia de Matthew HenryEste libro es una alegoría divina que representa el amor entre Cristo y la Iglesia de los creyentes verdaderos, con figuras tomadas de la relación y afecto que existe entre un marido y su mujer; un emblema a menudo empleado en la Escritura para describir la relación más íntima, más firme y segura: véase Salmo xlv; Isaías liv, 5, 6.; lxii, 5; Jeremías ii, 2; iii, 1; también en Ezequiel, Oseas y de nuestro mismo Señor, Mateo ix, 15; xxv, 1: véase también Apocalipsis xxi, 2, 9; Efesios v, 27. No hay carácter en la Iglesia de Cristo y ninguna situación en que el creyente sea puesto, que no se pueda buscar en este libro, como hallarán los escudriñadores humildes, al compararlo con otros pasajes, con la ayuda de Dios Espíritu Santo, y en respuesta a sus súplicas. Sin embargo, gran parte del lenguaje ha sido malentendido por los expositores y los traductores. La diferencia entre los usos y costumbres de Europa y Oriente, debe tenerse especialmente en consideración. La poca familiaridad con las costumbres orientales de la gran mayoría de nuestros primeros expositores y traductores ha impedido, en muchos casos, la traducción correcta. Además, los cambios ocurridos en nuestro propio idioma los últimos dos o tres siglos, afectan la manera en que se entienden algunas expresiones y no deben juzgarse por las nociones modernas. Pero el bosquejo en general, correctamente interpretado, concuerda plenamente con los afectos y experiencias del cristiano sincero.
Versículo 1.
El título. 2-6.
La Iglesia confiesa su deformidad. 7, 8.
La Iglesia busca a Cristo para que la guíe al lugar de reposo de su pueblo. 9-17.
El elogio de Cristo para la Iglesia.-La estima de la Iglesia por Él. Vv. 1. Este es “El Cantar de los Cantares”excelente por sobre todos los demás, porque está totalmente dedicado a describir las excelencias de Cristo y su amor con su pueblo redimido.
Vv. 2-6. La Iglesia o, más bien el creyente, habla aquí en su carácter de esposa del Rey, el Mesías.
Los besos de su boca significan la seguridad del perdón con que son favorecidos los creyentes, llenándolos de paz y gozo, al creer, y haciendo que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo.
Las almas en gracia se complacen hasta lo sumo en amar a Cristo y ser amadas por Él. El amor de Cristo es más valioso y deseable que lo mejor que este mundo puede dar. El nombre de Cristo no es ahora como ungüento sellado, sino como ungüento derramado, lo cual denota la libertad y plenitud del establecimiento de su gracia por el evangelio.
Los que Él ha redimido y santificado son aquí las vírgenes que aman a Jesucristo, y le siguen donde Él vaya, Apocalipsis xiv, 4. Ellos le piden que los guíe por la influencia vivificante de Su Espíritu. Mientras más claramente discernimos la gloria de Cristo, más conscientes estamos de que somos incapaces de seguirle adecuadamente y, al mismo tiempo, estamos más deseosos de hacerlo.
Obsérvese la respuesta pronta dada a esta oración. Quienes esperan en la puerta de la Sabiduría, serán guiados en la verdad y el consuelo. Llevados a esta recámara, se desvanecerán nuestros pesares. No tenemos gozo sino en Cristo y por esto estamos en deuda con Él. Nos acordaremos dar gracias por tu amor; nos causará impresiones más duraderas que cualquier otra cosa de este mundo. No es aceptable el amor a Cristo si no es amor sincero, Efesios vi, 24.
Las hijas de Jerusalén pueden ser profesantes aún no firmes en la fe. La esposa era negra, como las tiendas de los árabes nómadas, pero bella como las cortinas magníficas de los palacios de Salomón. El creyente es negro, por contaminación y pecador por naturaleza, pero bello al ser renovado por la gracia divina en la santa imagen de Dios. Está aún deformado con residuos de pecado, pero bello por ser aceptado en Cristo. A menudo es bajo y despreciable para la estimación de los hombres, pero excelente a ojos de Dios. La negrura se debía al duro trato sufrido. Los hijos de la Iglesia, su madre, pero no de Dios, su Padre, estaban enojados con ella. Ellos la habían hecho sufrir cosas duras que hicieron que ella dejara el cuidado de su alma. Así, pues, bajo el emblema de una pobre mujer, hecha cónyuge escogida de un príncipe, somos llevados a considerar las circunstancias en que Cristo acostumbra a hallar a los objetos de su amor. Eran miserables esclavos del pecado, en trabajos forzados, afligidos, agotados y muy cargados, pero ¡qué grande el cambio cuando el amor de Cristo se manifiesta a sus almas!
Vv. 7, 8. Obsérvese el título dado a Cristo: Oh, tú, a quien ama mi alma. Quienes así dicen, pueden ir directamente a Él, y pueden presentarle humildemente su alegato. ¿Hay en el pueblo de Dios un medio día de problemas externos, y conflictos internos? Cristo tiene reposo para ellos. Aquellos cuyas almas aman a Jesucristo, desean fervorosamente compartir los privilegios de su rebaño. Apartarse de Cristo es lo que temen las almas en la gracia más que cualquier otra cosa.
Dios está listo para responder la oración. Sigue el camino, pregunta por el antiguo buen camino, observa las huellas del rebaño, mira lo que ha sido la costumbre del pueblo santo. Siéntate bajo la dirección de buenos ministros; al lado de las tiendas de los pastores. Lleva tu carga a ellos, ellos te darán la bienvenida. Será el deseo y oración ferviente del cristiano que Dios lo dirija así en sus negocios mundanos y que así ordene su situación y ocupación para que él pueda tener a su Señor y Salvador siempre delante de él.
Vv. 9-17. El Esposo elogia con altura a su esposa. A la vista de Cristo, los creyentes son lo excelente de la tierra, aptos instrumentos para fomentar su gloria. Los dones y las gracias espirituales que Cristo otorga a todo creyente verdadero, son descritos por los ornamentos entonces en uso, versículos 10, 11.
Las gracias de los santos son muchas, pero dependen unas de otras. Aquel que es el Autor será el Consumador de la buena obra. La gracia recibida de la plenitud de Cristo brota como ejercicio vivo de la fe, el afecto y la gratitud. Pero Cristo, no sus dones, es más precioso para ellos. La palabra traducida “alheña”significa “expiación”o “propiciación”. Cristo es caro para todos los creyentes, porque Él es la propiciación de sus pecados. Ningún pretendiente debe ocupar el lugar de Él en el alma. Ellos resolvieron alojarlo en su corazón toda la noche; durante la continuación de los problemas de la vida.
Cristo se deleita en la buena obra que su gracia ha llevado al alma de los creyentes. Esto debiera comprometer a todos los que son hechos santos para estar muy agradecidos por la gracia que ha hecho justos a quienes, por naturaleza, eran deformes. La esposa (el creyente) tiene ojo humilde y modesto, que descubre la sencillez y la piadosa sinceridad; ojos iluminados y guiados por el Espíritu Santo, esa tórtola bendita. La Iglesia expresa su valor por Cristo. Tú eres el gran Original, pero yo no soy sino una mala copia imperfecta. Muchos son lindos de mirar, pero sus temperamentos los vuelven desagradables; pero Cristo es bello y agradable. El creyente, versículo 16, habla alabando las ordenanzas santas en que los creyentes verdaderos tienen comunión con Cristo. Sea que el creyente esté en los atrios del Señor o en el retiro; sea que esté en sus labores diarias o confinado en el lecho de enfermo o aun en un calabozo, el sentido de la presencia divina convertirá el lugar en un paraíso. Así, pues, el alma, teniendo comunión diaria con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, disfruta de una esperanza viva de una herencia incorruptible, inmarcesible y eterna, arriba.