Elberfelder Bible (1905) - with Strong’s numbers (GER)

1JakobusG2385, KnechtG1401 GottesG2316 undG2532 des HerrnG2962 JesusG2424 ChristusG5547, den zwölfG1427 StämmenG5443, die inG1722 der ZerstreuungG1290 sind, seinen GrußG5463! 2AchtetG2233 es für lauterG3956 FreudeG5479, meineG3450 BrüderG80, wennG3752 ihr in mancherleiG4164 VersuchungenG3986 falletG4045, 3da ihr wissetG1097, daßG3754 die BewährungG1383 euresG5216 GlaubensG4102 AusharrenG5281 bewirktG2716. 4Das AusharrenG5281 aberG1161 habeG2192 ein vollkommenesG5046 WerkG2041, auf daßG2443 ihr vollkommenG5046 undG2532 vollendetG3648 seidG5600 undG2532 inG1722 nichtsG3367 Mangel habtG3007. 5WennG1487 aberG1161 jemandG1536 von euchG5216 WeisheitG4678 mangeltG3007, so bitteG154 er vonG3844 GottG2316, der allenG3956 willigG574 gibtG1325 undG2532 nichtsG3361 vorwirftG3679, undG2532 sie wirdG1325 ihmG846 gegebenG1325 werden. 6Er bitteG154 aberG1161 imG1722 GlaubenG4102, ohne irgendG3367 zu zweifelnG1252; dennG1063 der ZweifelndeG1252 ist gleichG1503 einer Meereswoge G2281 G2830, die vom Winde bewegtG416 undG2532 hin und her getriebenG4494 wird. 7DennG1063 jenerG1565 MenschG444 denkeG3633 nichtG3361, daßG3754 er etwasG5100 vonG3844 dem HerrnG2962 empfangenG2983 werde; 8er ist ein wankelmütigerG1374 MannG435, unstetG182 inG1722 allenG3956 seinenG846 WegenG3598. 9Der niedrigeG5011 BruderG80 aberG1161 rühmeG2744 sich seinerG846 HoheitG5311, 10der reicheG4145 aberG1161 seinerG846 ErniedrigungG5014; dennG3754 wieG5613 des GrasesG5528 BlumeG438 wird er vergehenG3928. 11DennG1063 die SonneG2246 ist aufgegangenG393 mitG4862 ihrer GlutG2742 undG2532 hatG3583 das GrasG5528 gedörrtG3583, undG2532 seineG846 BlumeG438 ist abgefallenG1601, undG2532 die ZierdeG2143 seinesG846 AnsehensG4383 ist verdorbenG622; alsoG3779 wirdG3133 auchG2532 der ReicheG4145 inG1722 seinenG846 WegenG4197 verwelkenG3133. 12GlückseligG3107 der MannG435, derG3739 die VersuchungG3986 erduldetG5278! dennG3754 nachdem er bewährtG1384 istG1096, wird erG2983 die KroneG4735 des LebensG2222 empfangenG2983, welcheG3739 erG2962 denen verheißenG1861 hat, die ihnG846 liebenG25. 13NiemandG3367 sageG3004, wenn er versuchtG3985 wird: Ich werdeG3985 vonG575 GottG2316 versuchtG3985; dennG1063 Gott kann nicht versuchtG551 werdenG2076 vom BösenG2556, undG1161 selbst versuchtG3985 er niemandG3762. 14Ein jederG1538 aberG1161 wird versuchtG3985, wenn er vonG5259 seiner eigenenG2398 LustG1939 fortgezogenG1828 undG2532 gelocktG1185 wird. 15DanachG1534, wenn die LustG1939 empfangenG4815 hat, gebiertG5088 sie die SündeG266; die SündeG266 aberG1161, wenn sie vollendetG658 ist, gebiertG616 den TodG2288. 16IrretG4105 euch nichtG3361, meineG3450 geliebtenG27 BrüderG80! 17JedeG3956 guteG18 GabeG1394 undG2532 jedesG3956 vollkommeneG5046 GeschenkG1434 kommtG2076 von obenG509 herabG2597, vonG575 dem VaterG3962 der LichterG5457, beiG3844 welchemG3739 keineG3756 VeränderungG3883 istG1762, nochG2228 eines WechselsG5157 SchattenG644. 18Nach seinem eigenen WillenG1014 hatG616 er unsG2248 durch das WortG3056 der WahrheitG225 gezeugtG616, auf daßG1519 wirG2248 eine gewisseG5100 ErstlingsfruchtG536 seinerG846 GeschöpfeG2938 seienG1511. 19DaherG5620, meineG3450 geliebtenG27 BrüderG80, seiG2077 jederG3956 MenschG444 schnellG5036 zumG1519 HörenG191, langsamG1021 zumG1519 RedenG2980, langsamG1021 zumG1519 ZornG3709. 20DennG1063 eines MannesG435 ZornG3709 wirktG2716 nichtG3756 GottesG2316 GerechtigkeitG1343. 21DeshalbG1352 leget abG659 alleG3956 UnsauberkeitG4507 undG2532 alles ÜberfließenG4050 von SchlechtigkeitG2549, undG2532 empfangetG1209 mitG1722 SanftmutG4240 das eingepflanzteG1721 WortG3056, dasG3588 eureG5216 SeelenG5590 zu errettenG4982 vermagG1410. 22SeidG1096 aberG1161 TäterG4163 des WortesG3056 undG2532 nichtG3361 alleinG3440 HörerG202, die sich selbstG1438 betrügenG3884. 23DennG3754 wenn jemandG1536 ein HörerG202 des WortesG3056 istG2076 undG2532 nichtG3756 ein TäterG4163, derG3778 istG1503 einem ManneG435 gleichG1503, welcher seinG846 natürlichesG1078 AngesichtG4383 inG1722 einem SpiegelG2072 betrachtetG2657. 24DennG1063 er hatG2657 sich selbstG1438 betrachtetG2657 undG2532 ist weggegangenG565, undG2532 er hatG1950 alsbaldG2112 vergessenG1950, wie er beschaffenG3697 warG2258. 25Wer aberG1161 inG1519 das vollkommeneG5046 GesetzG3551, das der FreiheitG1657, nahe hineingeschautG3879 hat undG2532 darin bleibtG3887, indemG3778 er nichtG3756 ein vergeßlicherG1953 HörerG202, sondernG235 ein TäterG4163 des WerkesG2041 istG1096, dieserG3778 wirdG2071 glückseligG3107 seinG2071 inG1722 seinemG846 TunG4162. 26Wenn jemandG1536 sich dünktG1380, er diene Gott G1511 G2357, undG2532 zügeltG5468 nichtG3361 seineG846 ZungeG1100, sondernG235 betrügtG538 seinG846 HerzG2588, dessenG5127 GottesdienstG2356 ist eitelG3152. 27Ein reinerG2513 undG2532 unbefleckterG283 GottesdienstG2356 vorG3844 GottG2316 undG2532 dem VaterG3962 istG2076 dieserG3778 : WaisenG3737 undG2532 WitwenG5503 inG1722 ihrer DrangsalG2347 besuchenG1980, sich selbstG1438 vonG575 der WeltG2889 unbeflecktG784 erhaltenG5083.


Comentario de la Biblia de Matthew Henry
La epístola de Santiago es uno de los escritos más instructivos del Nuevo Testamento. Dirigida principalmente contra errores particulares de la época producidos entre los cristianos judíos, no contiene las mismas declaraciones doctrinales completas de las otras epístolas, pero presenta un admirable resumen de los deberes prácticos de todos los creyentes. Aquí están manifestadas las verdades principales del cristianismo, y al considerárselas con atención, se verá que coinciden por entero con las declaraciones de San Pablo acerca de la gracia y la justificación, abundando al mismo tiempo en serias exhortaciones a la paciencia de la esperanza y la obediencia de la fe y el amor, mezcladas con advertencias, reprensiones y exhortaciones conforme a los caracteres tratados. Las verdades aquí expuestas son muy serias y es necesario que se sostengan y se observen en todo tiempo las reglas para su práctica. En Cristo no hay ramas muertas o sin savia, la fe no es una gracia ociosa; dondequiera que esté, lleva fruto en obras.
Versículos 1-11. Cómo recurrir a Dios en los problemas y cómo comportarse en las circunstancias prósperas y adversas. 12-18. Considerar que todo mal procede de nosotros, y todo bien viene de Dios. 19-21. El deber de vigilar contra el temperamento ligero y el de recibir con mansedumbre la palabra de Dios. 22-25. El deber de vivir conforme a eso. 26, 27. La diferencia entre las pretensiones vanas y la verdadera religión.

Vv. 1-11. El cristianismo enseña a los hombres a estar gozosos en las tribulaciones; tales ejercicios vienen del amor de Dios; y las pruebas del camino del deber darán lustre a nuestras virtudes ahora y a nuestra corona al final. En los tiempos de prueba preocupémonos que la paciencia actúe en nosotros, y no la pasión; lo que se diga o haga, sea la paciencia la que lo diga y haga. Todo lo necesario para nuestra carrera y guerra cristiana será otorgada cuando la obra de la paciencia esté completa. No debemos orar pidiendo que la aflicción sea eliminada, tanto como pidiendo sabiduría para usarla correctamente. ¿Y quién no quiere sabiduría para que lo guíe en las pruebas, regulando su propio espíritu y administrando sus asuntos? He aquí algo como respuesta a cada giro desalentador de la mente, cuando vamos a Dios experimentando nuestra propia debilidad y necedad. Después de todo, si alguien dice, esto puede pasarle a algunos, pero me temo que yo no triunfaré, la promesa es: a todo aquel que pida, le será dado.
Una mente que se ocupe en considerar, de manera única y dominante, su interés espiritual eterno, y que se mantiene firme en sus propósitos para Dios, crecerá sabia por las aflicciones, continuará ferviente en sus devociones y se levantará por sobre las pruebas y las oposiciones. Cuando nuestra fe y espíritu se levantan y caen con las causas secundarias, nuestras palabras y acciones serán inestables. Esto no siempre expone a los hombres al desprecio del mundo, pero esos caminos no pueden agradar a Dios. Ninguna situación de la vida es tal que impida regocijarse en Dios. Los de baja condición pueden regocijarse si son exaltados a ser ricos en fe y herederos del reino de Dios; y los ricos pueden regocijarse con las providencias humillantes que los llevan a una disposición mental humilde y modesta.
La riqueza mundana es cosa que se agota. Entonces, que el que es rico se regocije en la gracia de Dios que lo hace y mantiene humilde; y en las pruebas y ejercicios que le enseñan a buscar la dicha en Dios y de Él, no en los placeres perecederos.

Vv. 12-18. No todo hombre que sufre es el bendecido; pero sí el que con paciencia y constancia va por el camino del deber, a través de todas las dificultades. Las aflicciones no nos pueden hacer miserables si no son por nuestra propia falta. El cristiano probado será un cristiano coronado. La corona de la vida se promete a todos los que tienen el amor de Dios reinando en sus corazones. Toda alma que ama verdaderamente a Dios tendrá sus pruebas de este mundo plenamente recompensadas en ese mundo de lo alto, donde el amor es perfeccionado.
Los mandamientos de Dios, y los tratos de su providencia, prueban los corazones de los hombres, y muestran la disposición que prevalece en ellos. Pero nada pecaminoso del corazón y la conducta puede ser atribuido a Dios. Él no es el autor de la escoria, aunque su prueba de fuego la deja al descubierto. Los que culpan del pecado a su constitución o a su situación en el mundo, o pretenden que no lo pueden evitar, dejan mal a Dios como si Él fuese el autor del pecado. Las aflicciones, como enviados de Dios, están concebidas para sacar a relucir nuestras virtudes, pero no nuestras corrupciones. El origen del mal y de las tentaciones está en nuestros propios corazones.
Detén los comienzos del pecado o todos los males que sigan serán totalmente cargados a tu cuenta. Dios no se complace en la muerte de los hombres, como que no tiene mano en el pecado de ellos, pero el pecado y la miseria, se deben a ellos mismos. Así como el sol es el mismo en la naturaleza e influye, aunque a menudo se interpongan la tierra y las nubes, haciendo lo que a nosotros nos parece variable, así Dios es inmutable y nuestros cambios y sombras no son cambios ni alteraciones en Él. Lo que el sol es en la naturaleza es Dios en gracia, providencia y gloria, e infinitamente más. Como toda buena dádiva es de Dios, así, en particular, es que hayamos nacido de nuevo, y todas sus consecuencias santas y felices vienen de Él. Un cristiano verdadero llega a ser una persona tan diferente de la que era antes de las influencias renovadoras de la gracia divina, que es como si fuera formado de nuevo. Debemos dedicar todas nuestras facultades al servicio de Dios, para que podamos ser una especie de primicias de sus criaturas.

Vv. 19-21. En lugar de culpar a Dios cuando estamos sometidos a pruebas, abramos nuestros oídos y corazones para aprender lo que nos enseña por ellas. Si los hombres desean gobernar sus lenguas, deben gobernar sus pasiones. Lo peor que podemos aportar a cualquier disputa es la ira.
He aquí una exhortación a separar y echar como ropa sucia todas las prácticas pecaminosas. Esto debe alcanzar a los pecados del pensamiento y del afecto, y a los pecados del hablar y del hacer; a toda cosa corrupta y pecaminosa. Debemos rendirnos a la palabra de Dios con mentes humildes y dóciles a la enseñanza. Debemos estar dispuestos a oír de nuestros defectos, y a tomarlos no sólo con paciencia, sino con gratitud. El objetivo de la palabra de Dios es hacernos sabios para salvación y los que se proponen cualquier finalidad mala o baja al prestarle atención, deshonran el evangelio y desilusionan sus propias almas.

Vv. 22-25. Si oyéramos un sermón cada día de la semana y un ángel del cielo fuera el predicador, no nos llevaría nunca al cielo si nos apoyáramos solamente en el oír. Los que son solo oidores se engañan a sí mismos; y el engaño de sí mismo será hallado, al final, como el peor engaño. Si nos halagamos a nosotros mismos es nuestra propia falta. La verdad no halaga a nadie, tal como está en Jesús. La palabra de verdad debe ser cuidadosamente escuchada con atención, y expondrá ante nosotros la corrupción de nuestra naturaleza, los desórdenes de nuestros corazones y de nuestra vida; nos dirá claramente lo que somos. Nuestros pecados son las manchas que la ley deja al descubierto; la sangre de Cristo es el lavamiento que enseña el evangelio, pero oímos en vano la palabra de Dios y en vano miramos el espejo del evangelio si nos vamos y olvidamos nuestras manchas en lugar de sacarlas lavándolas, y olvidamos nuestro remedio en lugar de recurrir a este. Eso pasa con los que no oyen la palabra como debieran. Al oír la palabra miramos dentro de ella en busca de consejo y guía, y cuando la estudiamos, se vuelve nuestra vida espiritual. Los que se mantienen en la ley y la palabra de Dios son y serán bendecidos en todos sus caminos. Su recompensa de gracia en el más allá estará relacionada con su paz y consuelo presente.
Cada parte de la revelación divina tiene su uso, llevando al pecador a Cristo para salvación, y guiándole y exhortándole a andar en libertad por el Espíritu de adopción, conforme a los santos mandamientos de Dios. Nótese la distinción: el hombre no es bendecido por sus obras, sino en su obra. No es hablar sino andar lo que nos llevará al cielo. Cristo se volverá más precioso para el alma del creyente, que por Su gracia, se volverá más idónea para la herencia de los santos en luz.

Vv. 26, 27. Cuando los hombres se esfuerzan por parecer más religiosos de lo que realmente son, es una señal de que su religión es vana. No frenar la lengua, la prontitud para hablar de las faltas del prójimo, o para disminuir su sabiduría y piedad, son señales de religión vana. El hombre que tiene una lengua calumniadora, no puede tener un corazón verdaderamente humilde y bondadoso.
Las religiones falsas pueden conocerse por sus impurezas y falta de caridad. La religión verdadera nos enseña a hacer cada cosa como estando en la presencia de Dios. Una vida inmaculada debe ir unida al amor y la caridad no fingidas. Nuestra religión verdadera es igual a la medida en que estas cosas tengan lugar en nuestro corazón y conducta. Recordemos que nada sirve en Cristo Jesús salvo la fe que obra por amor, que purifica el corazón, que somete las lujurias carnales y que obedece los mandamientos de Dios.